Es tiempo de olvidarnos aquella ya vieja versión de la nueva normalidad, ya no existe, digamos que hoy vivimos en la normalidad que nos ha impuesto una pandemia en la que hemos modificado costumbres, hemos modificado estilos de vida y hábitos necesarios para sobrevivir.
Hoy más que nunca debemos apelar a la conciencia de cada uno respecto a que la vida no es un juego y tenemos la alta responsabilidad de cuidarnos unos a otros, pues la carga emocional de saber que somos portadores del virus que ha cobrado más de 100 mil vidas en México y ser responsables del posible contagio y muerte de nuestros seres queridos debe de ser suficiente para tomar esos hábitos sencillos que terminarán por evitar más muertes.
A partir de ya todos debemos de vernos como una potencial arma mortal, pues no se sabe a ciencia cierta cuáles son los factores que llevan a que en algunas personas pasen desapercibidos los síntomas de la enfermedad, mientras que en otros puede ser devastador en cuestión de horas. No es posible que vayamos por la vida sin tener conciencia de lo que le somos una potencial arma mortal.
En más de una ocasión he escuchado decir a conocidos que luego de saberse contagiados con el coronavirus, el cargo de conciencia luego de haber tenido contacto con familiares, en especial hijos pequeños y padres mayores de edad era tan pesado que terminaba convirtiéndose en pesadilla, inundado de sentimientos encontrados, culpándose de la posibilidad de perder a alguno solo por no tomar las medidas necesarias.
Me parece increíble que para muchas personas todavía siga siendo ridículo el uso del cubrebocas o la higiene constante cuando son las medidas básicas para evitar el contagio. La vacuna aún está lejos primero de salir al mercado y mucho más lejos aún de tener la capacidad de una aplicación universal. Ojo, viene el invierno y con él más enfermedades respiratorias que podrían confundirse con la covid-19. No se la juegue, piense que mientras camina puede ser el arma mortal que le arrebate la vida a alguien si no se cuida o el ángel protector que evite un contagio más.
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