Uno de los encuentros más interesantes de la Feria del Libro de Guadalajara ocurrió en una sala virtual en la cual hablaron el historiador y escritor israelí Yuval Noah Harari y el filósofo estadounidense Michael J. Sandel. Gilga encontró una buena nota de Ricardo Quiroga en su periódico El Economista. En el encuentro “Los dilemas de un mundo que colapsa”, Sandel, profesor de Harvard y autor de La tiranía del mérito: ¿qué ha sido del bien común? (Debate, 2020), dijo que la idea de su libro empezó en 2016, con la propagación del “hipernacionalismo totalitario” en muchas partes del mundo: “Quería encontrarle sentido a todo eso y pensé que mucho tiene que ver con el sentimiento de enojo y resentimiento, incluso con el sentimiento de humillación que mucha de la gente trabajadora siente y que figuras como Trump han querido aprovechar. Pienso que el núcleo de todo esto reside en el hecho de que dividir a ganadores y perdedores se ha profundizado en las décadas recientes (…) La meritocracia tiene un lado oscuro porque genera arrogancia entre los ‘ganadores’ y humillación entre quienes quedan atrás”.
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Yuval Noah Harari, profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén y autor de libros como Sapiens: De animales a dioses (Debate, 2014) y Homo Deus: Breve historia del mañana (Debate, 2016): “La situación sobre la corriente populista de los últimos años es que se trata de un fenómeno global. No es nada más el Brexit ni solamente Trump. Hemos visto el levantamiento de populistas autoritarios alrededor del mundo: en Brasil, en Hungría, Polonia, Turquía; en mi país natal, Israel, en las Filipinas, en India, bajo condiciones bastante distintas. En algunos países, como Estados Unidos, se podría argumentar de manera muy convincente de que al menos las clases trabajadoras han perdido mucho con la globalización y por eso están en contra de ella; pero las clases trabajadoras en Turquía, India y Brasil se han beneficiado enormemente a partir de la globalización. Así que sigo en conflicto tratando de encontrar una explicación global para este fenómeno (…) las principales víctimas del populismo no son las élites ricas, que son supuestamente a quienes se debería de culpar, sino que lo son las principales minorías, los inmigrantes, la comunidad LGBT”.
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Sandel: Una de las razones reside en el fracaso de los partidos políticos más populares, especialmente los de centro-izquierda, para lidiar con la propagación de la inequidad a partir de la globalización (…) Se podría decir que el éxito del populismo de derecha es un síntoma de los errores de las políticas de la democracia progresiva o social y prácticamente en cada país donde vemos florecer el populismo autoritario tiene que ver con los errores de los partidos socialdemócratas. Y en lo que han fallado es precisamente en su misión histórica, la de frenar los excesos del capitalismo.
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Noah Harari: Los populistas de hoy en día tratan de fragmentar las naciones en tribus hostiles. Son líderes tribales, no líderes nacionalistas (…) los populistas son líderes que argumentan que el país está dividido en dos bandos: ‘la gente real’, sus seguidores y ‘los enemigos de la gente’, aquellos que están del otro lado del espectro político, que no son parte de la gente, enemigos, traidores. Y eso se opone a un proyecto de nación. Y creo que esta también es una razón de por qué la democracia está colapsando. (…) Es peligroso mantener la ciencia confinada a las élites académicas, es injustificado y crea impresiones incorrectas. Hacer el esfuerzo de llegar a audiencias amplias no es socavando los valores profundos de la ciencia.
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Sandel: Me preocupa en la pandemia. Seguir o no a la ciencia se ha convertido en un discurso pilítico. ¿Por qué usar el tapabocas se convierte en un tema tan importante de controversia política? Se ha convertido en una pieza central de la guerra cultural usar o no tapaboca.
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Por si lo habían olvidado, los viernes Gil toma la copa con amigos verdaderos, pero de uno en uno y a sana distancia. Mientras Gil sirve el Glenfiddich 15, ¿bebida de alta gama?, Gamés pondrá a circular por el mantel tan blanco la frase de John Stuart Mill: “Ningún problema económico tiene una solución puramente económica”.
Gil s’en va
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