Tanto la creación de la vacuna contra el Covid-19 como su aplicación masiva en la mayoría de los países desarrollados han sido un ejemplo de colaboración público-privada. No es ni triunfo del Estado ni triunfo de la empresa privada, sino de la gobernanza colaborativa. Ni la nación más poderosa puede sola ante lo complejo y sofisticado que se han vuelto las sociedades y los mercados.
Las vacunas más confiables (Pfizer-BioNTec, Oxford-AstraZeneca y Moderna) se crearon gracias a Estados visionarios que han invertido por décadas en ciencia y tecnología, pero también gracias a empresas innovadoras y ágiles que han asumido riesgos.
Estas vacunas, por una parte, fueron posibles gracias a la investigación básica sobre Proteínas S (Spyke Proteins) que se ha desarrollado por años en institutos públicos de investigación de Estados Unidos y otros países. En el caso de EEUU, que invierte 3% de su PIB en ciencia y tecnología, se destinaron 10 mil millones de dólares al sector privado para la vacuna, a través de la Operación Warp Speed. Este financiamiento de emergencia representa 10 veces el presupuesto del Conacyt.
Como nos lo recuerda la economista Mariana Mazzucato, la Internet, el GPS, las baterías de litio, los teléfonos celulares y la tecnología aeroespacial no se explican sin la intervención del gobierno en financiar la investigación básica. Empero, las grandes innovaciones del presente tampoco se explican sin los emprendimientos de Google, Tesla, SpaceX, Blue Origin, Moderna, entre muchas otras.
Un ingrediente fundamental -además del financiamiento- para que esta gobernanza colaborativa entre el poder público, la empresa y el sector social sea exitosa, es la confianza. Confianza que en México se erosiona peligrosamente.
Una vacuna no se da por decreto, ni un esquema efectivo de vacunación se debería llevar a cabo solo por el Ejército, por más profesional que éste sea. Una lección que ha dejado la pandemia es que ningún gobierno puede resolver los problemas solo, hay que reconstruir la confianza en la empresa, las universidades y en el sector no gubernamental. El bienestar y desarrollo nacionales no son monopolio del gobierno.