Cuando hace más de 30 años se empezaron a utilizar las encuestas políticas de manera electoral en América Latina, la gran mayoría de los líderes las menospreciaron, ¿Cómo iba a ser posible que entrevistando a un porcentaje pequeño de la población se obtuvieran resultados representativos del total de la gente?
De hecho, las encuestas cuentan con un elemento “mágico” que las hace peligrosas; para algunos implica adivinar el futuro y le dan cierto toque de magia o brujería, y en muchas ocasiones las sociedades terminaron quemando a los brujos.
Un error que cometen periodistas, políticos y la sociedad, desde la aparición de las redes sociales, es utilizar estos instrumentos para presuponer qué candidato es mejor o peor, de acuerdo a la intención del voto, cuáles suben y cuáles bajan. En realidad, cuando falta mucho tiempo para el día de la elección y no se ha conformado del todo el escenario electoral, éste es un dato irrelevante, pero la gran mayoría lo desconoce.
Hoy en día, corren encuestas en redes sociales por aquí y por acá diciendo que fulano o mengano será el ganador de la elección; pero a la fecha ni siquiera tenemos a los candidatos que irán a las urnas.
En mi experiencia, me he topado con fenómenos, acciones o eventos que mueven completamente los resultados de la encuesta, faltando unos cuantos días para la elección; entonces, qué nos dice que, al día de hoy, un número de una casa encuestadora nos dará al próximo ganador de un proceso que se vivirá hasta dentro de cuatro meses.
Sin embargo, más allá de la fiabilidad de estos instrumentos, muchos políticos los han usado consistentemente para “mover” la intención popular.
Y se dicen a sí mismos: “Si la gente piensa que ya gané, probablemente desincentive el voto que favorezca al competidor”, ¡nada más falso!
Es como si la gente estuviera pensando en quién votará, faltando todavía mucho para vivir el proceso.
Por eso, es importante revisar varias cuestiones al momento en el que una encuesta llega a nuestras manos, porque esto determinará tu posición hacia ellas.
Primero, cuánto tiempo falta para el día de la elección. Si falta mucho, no te preocupes, muy seguramente la intención del voto se moverá.
Segundo, qué tipo de encuesta es: por Facebook o internet. Automáticamente, yo te invitaría a tirarla a la basura, no tiene representación real de la población; y ten cuidado con las telefónicas porque tampoco lo hacen estadísticamente.
La mejor metodología es cara a cara.
Tercero, qué encuestadora es y qué experiencia tiene. Existen “empresas” cuya finalidad es crear encuestas “a modo”, por lo que hay que preguntarnos ¿Cuántas veces ha mentido?
En muchas ocasiones aparecen de la nada, sin experiencia, con una sola diapositiva para tratar de generar una posición en tu mente.
Tratar de manipular a la opinión pública cuando aún no tenemos definidos a todos los jugadores y el tablero se sigue ajustando, puede ser muy riesgoso para la democracia de nuestro estado.
Que no nos confundan, aún no es tiempo de lanzar los dados entre los partidos políticos ni de cantar victorias.