Jubilosa, la diputación federal de Morena celebró con aplausos la funesta desaparición de 109 fideicomisos y el agandalle de casi 70 mil millones de pesos que la Hacienda federal manejará de forma discrecional.
El festejo es tan incomprensible como irracional: los fondos asegurados se destinaban a causas específicas, pero quedarán en una sola buchaca sin alguna garantía de que se distribuirán para los distintos y hasta excluyentes fines que se promete: en abril, el Diario Oficial publicó el decreto de extinción para liberar hasta 250 mil millones de pesos dizque para atender la emergencia sanitaria.
Sin embargo, ahora se insiste en que ninguno de los beneficiarios quedará privado de recibirlos.
¿Por fin?
En estos días, mientras el Presidente afirma que con ese dinero se financiará la vacunación de la totalidad de la población, su mariscal antipandemia, Hugo López-Gatell, dice que solo a las personas consideradas de alto riesgo de contagio.
Según López Obrador, en los fideicomisos hay una gran corrupción… que apenas se disponen a investigar ocho funcionarios designados ex profeso.
¿No debieron primero averiguar y después atacar los problemas de saqueo que se descubrieran?
Cada fideicomiso era equiparable a la etiquetación de gastos precisos. Idealmente, como si en la economía familiar se depositara en sobres el dinero para comida, luz, agua, teléfono, escuela, transporte, vestido, calzado, teatro, cine, libros, ahorro, vacaciones, internet, etcétera, cuidando no mezclar ni desviar los contenidos y usarlos en cosas distintas a las predispuestas.
La gravedad del crimen de los diputados morenistas que consumarán sus contlapaches en el Senado se deduce de los nombres de los fideicomisos: Fondo Nacional de Desastres, Ayuda, Asistencia y Reparación Integral para Víctimas; Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Deporte de Alto Rendimiento; Inversión y Estímulos al Cine; defensores de derechos humanos y periodistas, Financiera Rural, ex trabajadores migratorios, proyectos de energía, gobernación, seguridad, relaciones exteriores, estudios de las fronteras norte y sur, cambio climático, centros de investigación, Escuelas de Excelencia para Abatir el Rezago Educativo, Ángeles Verdes…
Entre lo que hace repugnante la eutanasia colectiva están los prejuicios que la motivan: dice López Obrador que “se pretende evitar entregar recursos a quienes no los necesitan o a quienes lo reciben solo por estar allegados a quienes mandan o deciden en el gobierno”. Acusó a los opositores de su decisión de defender a “ladrones” y “gente deshonesta”. Si se comprueba que hubo malos manejos, advirtió, se interpondrán denuncias, porque no tiene duda de que los fideicomisos estaban “fuera de control”, afectados de corrupción, y no se manejaban con transparencia.
Sin un solo dato probatorio del supuesto bandidaje en todos los fideicomisos, su muerte anticipada es, por donde se le vea, una muy, muy deplorable decisión.
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