Retrato de un narcisista


El amor es un sentimiento intenso del ser humano que necesita y busca el encuentro y unión con otro ser. Dentro de este sentimiento existe una variante: el amor propio.

El amor propio o autoestima es el respeto, valoración y aceptación de sí mismo. Este tipo de amor es necesario para lograr relaciones interpersonales sanas. Para decirlo claramente: no se puede dar lo que no se tiene.

Pero, ¿qué pasa cuando ese amor hacia nosotros mismos excede los límites? Es decir, cuando afecta nuestro funcionamiento social, amoroso y laboral. Dentro del campo de la psicopatología a esto se le conoce como Trastorno de la Personalidad Narcisista.

¿Cómo reconocer a un narcisista? El narcisista es una persona con un sentimiento exagerado de grandeza, que espera se le reconozca como alguien superior; tiene una necesidad excesiva de admiración.

Exige un trato preferente y tiene expectativas que no son razonables; utilizan a las personas para lograr sus fines; sus conversaciones son monólogos que deben ser tomados como un axioma incuestionable; el amor es un arma para manipular, busca aduladores incondicionales; carece de empatía, no está dispuesto a identificarse con los sentimientos o necesidades de los demás.

Las personas con este trastorno reaccionan muy mal a la crítica: se impacientan, responden con ira y tratan con desprecio a los demás, tienen dificultad para regular las emociones, se deprimen porque no alcanzan la perfección. En el fondo el narcisista alberga sentimientos secretos de inseguridad, vergüenza, frustración y envidia.

Es la envidia lo que motiva a un narcisista a volverse encantador para seducir. El éxito ajeno es percibido como una amenaza que los opaca; sufren entonces toda la carga de su propia inseguridad volviéndolos erráticos y violentos.

Un narcisista difícilmente aceptará que tiene un problema; si busca tratamiento suele ser por síntomas de depresión o abuso de sustancias.

Los narcisistas no cambian, son camaleones que se mimetizan por el miedo al abandono, en un ciclo permanente de dolor y vacío, creando su propio abandono. El pago más justo para un narcisista es la indiferencia.

MIRIAM COLÍN Y VANESSA AGUILAR
Camina.atencion@gmail.com



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