Caminar y recordar

Caminar y recordar

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La pandemia me arrojó a las calles. Quiero decir: dejé el gimnasio y regresé a mi origen de deportista callejero. Presento mis credenciales: jugué cáscaras en el redondel del Parque México, corrí en el inexplicable óvalo de la calle de Ámsterdam, producto de la mente del arquitecto Cuevas. En el Parque España tiré contra una portería imaginaria y anoté goles de ensueño. Al regresar a casa mi madre preparaba la vida en la mesa del comedor.

Un día de mi vida adulta recurrí al gimnasio y a la alberca techada. Para mí era una forma del bienestar. El covid acabó eso y regresé a la calle. Todas las mañanas vengo de lejos y camino en el Parque España: el lugar de mis amigos, de mis abuelos, de mis muertos y del ahuehuete que creció en la esquina de Sonora y que seguirá ahí cuando todos nosotros hayamos desaparecido.

Una de estas mañanas volví al pasado, al día en que mi madre me llevó a conocer la placa que mi abuelo Herminio Pérez Abreu develó el 21 de setiembre de 1921 ante el embajador español Saavedra para celebrar la Consumación de la Independencia de México. Se cumplirán 200 años. Llevo el nombre de mi abuelo: Herminio. Ya lo he contado: Pérez Abreu fue presidente municipal de Ciudad de México en aquel año crucial de su vida.

De nuevo tengo frente a mí una vieja fotografía donde Saavedra, Pérez Abreu, dos o tres funcionarios y dos niñas inauguran la placa del parque frente a una delgada vara, el ahuehuete enorme de nuestros días. Una de las niñas es mi madre

Doy vueltas al parque a paso y vivo y troto ligero. En cada vuelta se incorpora un fantasma; mi padre, mi madre, mi hermano. En una ceremonia laica esparcimos una parte de sus cenizas al pie de aquel árbol. Me siguen de cerca y, ya sé que piensan que estoy loco, me dan consejos y me dicen cosas.

No he dicho que llevo cubrebocas y careta. Me siento menos solo, pero me entristece la fuente olvidada y seca. Me pregunto si nuestro futuro no será siempre una fuente seca y olvidada que recuerda una fuerza de agua que un día impulsaba chorros al aire. Dos vueltas más y a trabajar. ¿Vienen?, les pregunto, pero han desparecido. Mañana vuelvo, saldré de la maldita cárcel de la disciplina a ver el ahuehuete.

rafael.perezgay@FGTelevision.com
@RPerezGay

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