En Coahuila, mujeres empoderadas trabajan sin apoyo para el campo

En Coahuila, mujeres empoderadas trabajan sin apoyo para el campo

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Rostro curtido por el sol y las manos encallecidas, huellas de años y años de laborar en las faenas del campo, las mujeres rurales de La Laguna enfrentan una difícil situación ante la falta de oportunidades y créditos que les permitan trabajar la tierra, misma que muchas veces no es de su propiedad, contrariando la frase inmortal del caudillo del sur: “La tierra es de quien la trabaja”.

Según las estadísticas reveladas por el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), a través del portal del Gobierno de México, las mujeres rurales producen más del 50 por ciento de los alimentos en México.

En el país, el 23 por ciento de los 61.5 millones de mujeres, habita en zonas rurales. Además constituyen el 34 por ciento de la fuerza laboral, sin embargo, son evidentes los retos a vencer para un pleno ejercicio de sus derechos.

“Cuca”, una mujer empoderada

Fue difícil encontrarla para la entrevista, la fama de mujer trabajadora le precede y sus ocupaciones diarias no le permitían un espacio. Las distancias que recorre entre los ejidos del sur de Matamoros, son largas y ubicarla en cualquiera de las diez hectáreas que tiene en producción de melón, calabaza y pepino, parecía imposible.

Refugia Arreola Torres, de 42 años, durante más 17 años participa en las labores del campo, labrando la tierra por la que expresa un profundo amor y respeto. La rutina de la señora “Cuca” comienza a las 6:00 a.m. todos los días, como dice, para ella no hay días festivos ni descansos, va directo a las parcelas de melón y dependiendo de la madurez de la fruta la hora de salida será hasta que esta sea llevada a las meloneras para su venta, alrededor de la una o dos de la tarde.

Su esposo emigró por trabajo a Estados Unidos, y desde entonces ha estado a cargo de la producción en las tierras que renta, las cuales a pesar de no ser suyas, las quiere como tal.

Las diez hectáreas sembradas hacen de Cuca una de las que más producen en los ejidos, lo que le permite dar empleo a diez personas durante todo el año en tres etapas, dice que no paró durante la pandemia porque “hay diez familias que dependen de este trabajo”. “He enseñado a mis hijos a querer la tierra, a respetarla. Por eso los traigo a que me ayuden”.

Cuca finaliza con una frase que define como ha sido su vida desde que se enamoró del trabajo del campo: “para tener, hay que trabajar, hay que ahorrar y hay que sufrirla, así me he ganado el respeto de los productores”.

María de Jesús Monsiváis Silva, Comisariada ejidal de La Rosita

Desde joven ha trabajado en las labores del campo y ahora participa en su comunidad como comisariada, junto a otras dos mujeres están en la mesa directiva del ejido, con cargos importantes como tesorera y secretaria, representando la autoridad.

Sus tierras son de temporal y mientras había agua en el Río Aguanaval y tenían los recursos sí sembraron. El apoyo del gobierno hace dos años fue retirado. La señora María afirma que los jóvenes ya no quieren trabajar en el campo ante la falta de recursos para invertir, por eso muchos se han ido a las ciudades donde están las maquilas en las que prefieren trabajar.

Margarita Estrada Sandoval, ejidataria

La ejidataria de la Rosita posee 11 hectáreas de tierra que no trabaja por falta de agua para regarlas, afirma que en años anteriores eran regadas con agua de las norias, pero cuando se vendieron las norias, no les quedó de otra más que regar por temporal, con las avenidas del río Aguanaval.

Margarita heredó de sus padres la propiedad de sus parcelas y dice que a partir de que entró el nuevo gobierno federal se les retiraron los apoyos. Están a la espera que se reactive el proyecto ‘Parque solar’, que ya habían empezado a platicar con la empresa para rentar las tierras, pero todo se detuvo ante la circunstancia de la pandemia.

María Elena Gómez Martínez, productora de melón

La señora María se dedica a la siembra de melón con riego de temporal, y como jefa de familia se encarga de todo el proceso de siembra y cosecha. Desde que compraron las tierras, su familia y ella misma las han trabajado.

Cuando su marido se va a trabajar a EU ella se ha quedado a cargo de todo el proceso. Por ahora el melón tardío aún no se puede cosechar, por lo que esperan lluvias para que llegue a su madurez plena y que pueda ser levantado.

Si el clima es propicio dice, se dará muy bien, sino asumirán el riesgo, una helada, granizo, una plaga o cualquier otra circunstancia pueden acabar con la cosecha y se perdería la inversión.

AARP



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