No quiero dar por terminado el ciclo electoral estadunidense, pero me gustaría apuntar esto:
De cumplirse la derrota de Trump, podríamos asistir a un efecto global de recuperación del crédito de la democracia.
En cierto modo la elección de Trump culminó un ciclo de bajos rendimientos públicos y crecientes insatisfacciones sociales con las democracias del mundo.
El descrédito democrático del siglo XXI se hizo sentir igual en las democracias viejas y probadas, como Estados Unidos y Gran Bretaña, en las readquiridas en los 1980s, como las de América Latina, y en las que surgieron del antiguo bloque socialista, a partir de la caída del Muro de Berlín en 1989.
La crisis de 2008 fue una sacudida final de ineficacia y descrédito para los órdenes democráticos de todos los países.
El ciclo de malestar y la desconfianza con la democracia tuvo su momento culminante en la elección para la presidencia de Estados Unidos, la más vieja y probada democracia del mundo, de un candidato que era la encarnación misma de la anomalía democrática: Donald Trump.
De un lado, Trump le dio la razón histórica a todos los que reconocían o decretaban la ineficacia, la decadencia, la capacidad de autodestruirse de la vida democrática.
Putin pudo decir lo mismo que Jinping: ¿esa es la democracia que celebran, la que quieren que adopte el mundo, la que es capaz de elegir a Trump, la que es capaz de suicidarse entronizando a su destructor?
De otro lado, la presidencia anómala de Trump creó una especie de legitimidad para los líderes autoritarios del mundo que hubieran sido electos, como Trump, democráticamente.
Explicita o implícitamente, estos líderes autoritarios, nacidos de la democracia, han podido ponerse a la sombra de Trump y decir: las barbaridades que yo hago, las hago por decisión de los electores, y son normales hasta en la democracia más vieja del mundo, Estados Unidos.
Que termine el apoyo de los votantes a Trump puede poner fin a la legitimidad que derivan de Trump los gobernantes que se le parecen.
Será un alivio que deje la escena esta sombra, este ejemplo global del autoritarismo con votantes.
hector.aguilarcamin@FGTelevision.com