Corría sin parar, atrabancado, la raqueta era casi tan grande como él, pero eso no detenía al pequeño Rafael. Ocurrió en el Club de Tenis Manacor (Palma de Mallorca, Islas baleares). Tenía apenas tres años de edad cuando Toni Nadal le tiró sus primeras bolas para que las respondiera como pudiera. No se le daba mal, golpeaba casi todas las que le lanzaba su tío, su mentor, su consejero, el hombre al que el pequeño incluso le atribuyó poder sobre la lluvia. En pocas palabras, la persona que ha hecho de Rafa el mejor deportista de la historia de España y uno de los más grandes del tenis.
Todos los que conocieron a Rafael de niño advertían de sus características, no era normal ver a un pequeño con tanto talento y capacidad de concentración, como si fuera un adulto profesional. Con ese ceño fruncido que le caracteriza.
Toni recordó que desde que le vio lanzar sus primeros raquetazos “sabía que tenía algo especial”; lo curioso es que en aquellas épocas, Rafa jugaba únicamente al futbol en el mismo club de Manacor. Se pasaba horas practicando con su padre Sebastián.
Pero cuando Toni le puso en contacto por primera vez con la raqueta el chaval tuvo un magnetismo especial con ésta y entonces pasó a combinar el futbol con el tenis.
El tiempo quiso que Rafa se decantara por el tenis, influenciado por su Toni. Tenía ya seis años y, desde ese momento, su tío -con fama de entrenador duro- (“a los niños hay que ponérselo siempre difícil para que aprendan”) se trazó como objetivo hacer de su sobrino el mejor jugador del mundo.
El tío
A los diez años la cosa pintaba tan bien que Toni Nadal dejó su trabajo de entrenador para dedicarse en exclusiva a enseñar y acompañar a todos lados al niño, que empezaba a realizar pequeños viajes por España para participar en torneos de alevines (juveniles).
Desde pequeño comenzó a ganar competiciones. Dejó el futbol a los 13 años. Su historia en el tenis es la de un éxito precoz; comenzó por diversión y a los seis y los siete años se notaba ya su progresión. Con 11 fue campeón de España; con 12, de Europa; repitió con 13; con 14, el campeonato oficioso del mundo; con 15 ganó el primer partido de ATP y con 16 fue el más joven del circuito profesional; con 17 jugó la Copa Davis; con 18 ganó sus primeros torneos importantes y con 19, Roland Garros.
Con 19 años ya había hecho lo que muchos no lograrán en toda su vida: ser el número 2 del mundo.
El entrenador Toni Colom conoció a Rafa en la escuela balear de deportes. El niño y su tío, también Toni, acudían ahí para practicar tres veces a la semana. Eligieron el sitio porque ahí Rafa podía enfrentarse a los mejores niños mayores que él de las Islas Baleares. Tenía 12 años y jugaba hasta con rivales de 16.
Colom le dijo a la web especializada Punto de Break que recuerda que le ganaba la risa, porque sencillamente lo que veía en el pequeño no era normal; ver la potencia y el carácter que ponía en cada partido, una intensidad especial que mantiene hasta ahora y que le ha permitido ganar 20 títulos Grand Slam, 13 de ellos en Roland Garros, entre otros títulos.
“El recuerdo que tengo de este niño de 12 años es que le pegaba a las bolas con una intensidad que no pegaba el resto; había niños que no jugaban igual. Tenía una intensidad superior a los demás”.
Miguel Navarro, uno de los entrenadores de tenis más reputados en España, también lo recuerda: “Toni (Nadal) siempre estaba ahí para hablar claro a Rafael y a tensar la cuerda si era necesario y era el caso”.
Eran los 90 cuando Navarro le vio por primera vez, incluso le acompañó en su primer viaje fuera de Mallorca. Fue en Madrid para disputar el Campeonato de España alevín (juvenil) en Madrid. Rafa fue eliminado en cuartos. Al año siguiente ganó el torneo:
“Era un jugador especial, era un monstruo. Recuerdo que en un Nacional infantil jugó el primer partido con un peso equivocado en el cordaje de la raqueta, lo que le dificultaba meter puntos. El tío estuvo peleando, ganó el primer set sufriendo y luego el segundo se lo llevó 6-2. Otro niño se hubiese rendido, pero él era una bestia”.
Para Toni Nadal su sobrino es Rafael. Para el campeón, su tío es Natali. La relación entre ellos es tan estrecha que, posiblemente, ni ellos mismos puedan entender la vida sin la presencia del otro al lado. No obstante, Toni dio un paso a un costado en 2017 y lo dejó. Ahora le entrena Carlos Moyá.
En una entrevista con La Vanguardia, Toni Nadal dijo: “Rafael creció creyendo que yo era un fenómeno, porque le contaba cada historia… Un día le dije que si el partido que disputaríamos esa tarde iba mal, haría llover y así lo dejaríamos para otra ocasión.
Jugaba contra un oponente cuatro años mayor que él y aunque comenzó 5-0, Rafael comenzó a devolverle bolas y lo igualó. Y se puso a llover. Lo hice salir de la pista, que estaba muy resbaladiza y bajo un porche me dijo: ‘¡Oye, Natali, puedes parar la lluvia! Creo que a este tío le puedo ganar’. Me dijo lo mismo durante una pausa en la final de Wimbledon, en 2008, en que ganó a Roger Federer: ‘Ahora no es el momento de hacer llover”.
Otra anécdota: “En 2006 llegamos a la final de Montecarlo. Siempre charlaba con Rafael antes de salir a la pista; me preguntó cómo veía el partido. De nuevo era contra Federer. Le dije que bastante mal: tiene mejor drive que tú, su revés también, la volea es mucho mejor y cuando le fui a hablar del saque me mandó parar. ‘¡Vaya moral que me das!’ Le contesté que podía engañarlo pero que en dos horas Federer no le engañaría y más valía saber a qué nos enfrentamos. ¿Qué tenía Rafael mejor? Quizá la ilusión y el saber correr. Así que le digo: ‘Ilusiónate y empieza a correr como cuando eras niño’. En otra ocasión, en el US Open, Rafael se estaba quejando continuamente de las bolas, le botaban poco, todo le iba mal. Le dije: ‘Lo mejor es que pierdas y nos vamos a casa, porque con estas bolas no se puede jugar’. Y el tío me hizo caso, perdió (risas). De ahí voló a Pekín, donde tenía otro torneo, en que jugó con las mismas bolas, y le ganó al número tres del mundo. Mi objetivo ha sido no engañar más de la cuenta a Rafael”.
El fut
Rafa recuerda su niñez muy feliz: “Era muy tímido cuando era niño. Comencé la gira muy temprano con 16, y era muy tímido. Bueno, no era tímido jugando en la cancha. Eso es lo más importante, ¿no? Puedes ser (tímido) en la vida, pero obviamente cuando vas a la cancha, cuando compites no puedes ser tímido. Al final es obvio si eres tímido jugando, probablemente estarás en problemas”, recordó para la ATP.
Ese día reconoció que su sueño incumplido es haber sido jugador de futbol y del Real Madrid; su ejemplo fue su tío Miquel Ángel Nadal, ex jugador del Barcelona, entre otros clubes.
A los más que Rafa llegó fue a inscribirse en el Inter Manacor, un club de la Tercera Regional Balear en el que militó durante su infancia en la categoría alevín. En el Manacor siempre será recordado como un delantero temible y el club le llegó a reservar el 9.
“Creo que Rafa hubiera sido un fantástico jugador de futbol. Es increíble, menos mal que no siguió esa carrera. Entrené a su tío –Miguel Ángel Nadal– en el Barcelona y sé que Rafa juega también muy bien al futbol, con su físico y mentalidad, podría haber sido muy bueno, pero está bien que no haya sido futbolista, para ser en quien se ha convertido en el mundo del tenis”, comentó José Mourinho a la ATP.
El gobierno de España anunció que entregará a Rafael Nadal la Gran Cruz de la Orden del Mérito Deportivo, la máxima condecoración, después de su victoria en la última edición de Roland Garros, la 13 de su carrera y la que le ha permitido igualar a Roger Federer como el jugador con más torneos del Grand Slam en la historia (20).
El niño
Preocupado siempre por la niñez creó su fundación. Siempre que se le requiere para algún tipo de ayuda o acto acude sin rechistar. Familiar, hogareño, y siempre acompañado por Xisca. Es también fiel a sus patrocinadores que apostaron por él desde un principio y que aunque a diario le llueven ofertas que le doblan los ingresos económicos ni siquiera las escucha.
Rafa siempre ha dicho que dejará el tenis cuando el dolor le pueda (desde 2005 juega con un dolor crónico en el pie). Al día siguiente de ganar hace una semana en París llegó a su casa de Manacor, se puso bermudas y se pasó por su academia de tenis.
Jugó algunos puntos con varios niños y se dio un paseo por la isla. Solitario, como tantas veces lo está en los aeropuertos y siempre mirando al mar. Seguramente recordando su niñez.