Con el triunfo de la República en 1867, la posibilidad de utilizar el castillo de Chapultepec como residencia oficial quedó abierta. Sin embargo, Benito Juárez se negó a habitarlo. El lujo heredado por el imperio de Maximiliano no correspondía a la austeridad republicana demostrada por el presidente Juárez a lo largo de su gestión residencial. Residir en el castillo de Chapultepec era una decisión discrecional y exclusiva del gobernante en turno. El Presidente aceptó y mantuvo los lujos que dejó la estancia de Maximiliano y Carlota por México argumentando que esos excesos eran parte de la historia de nuestra nación.
Esta semana se conmemoró el día de la raza, y en la Ciudad de México la estatua de Colón no está en su lugar habitual con el argumento de restaurarla. También, el 1 de octubre, el gobierno de la ciudad retiró de manera inesperada seis placas conmemorativas en las que se consignaba que, en 1968, el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz había inaugurado sendas estaciones del Metro. Con estas decisiones, el Gobierno de la 4T trata de borrar una memoria histórica que le ha dado forma a nuestro presente, sin dar a conocer con la perspectiva y relato de quienes fueron oprimidos por la matanza de Tlatelolco.
Repetimos el proceder del mismo Stalin que mandaba borrar los rostros de sus adversarios en cuadros y fotografías. Desafortunadamente, la historia no se modifica por decreto, ni tachando sus fotografías y testimonios. La historia se debe explicar y discutir para entenderla. Alemania mantienen los campos de concentración abiertos al público para recordar el daño causado a la humanidad por el holocausto.
No podemos esconder los pecados de nuestro pasado y pretender que no ha pasado nada. Borrar de la historia a Cristobal Colón o a Gustavo Díaz Ordaz es condenar al futuro a que no tenga memoria, justo de lo que ahora nos quejamos: no entendemos este país porque no conocemos nuestro pasado.
Todo esto sucede en medio del viaje que realiza la esposa del Presidente Andrés Manuel López Obrador por varios países de Europa para buscar material de exposición rumbo a la celebración de los 700 años de la fundación de Tenochtitlán, los 500 de la Conquista y los 200 del México independiente que el gobierno quiere celebrar en el 2021.
No es necesario distraer la atención de la población y cobrar viejas facturas que no nos aportan nada y se dejen de atender los retos que rodean nuestra realidad como erradicar la corrupción, la impunidad y las diferencias sociales que tanto laceran este país; la violencia y los feminicidios; la crisis económica que enfrenta nuestro país; la crisis del estado de derecho y la fragilidad del sistema de salud.
Hay mucho por hacer y qué enfrentar para sacar a este país adelante. Es deber de esta nación que nuestra historia contemple un relato que comprenda las tragedias y los casos de éxito del pasado. No dejemos que la presente administración decida cómo tratar la historia de nuestra nación. Eso le corresponde al pueblo.